Yuche |
La explicación del origen del pueblo de los Ticunas, llamados “Pieles negras” por sus vecinos debido a que así pintaban sus cuerpos en las ceremonias dedicadas a sus dioses o sus protectores de clan, narra que Yuche, quien vivía desde siempre en el mundo, en compañía de las perdices, los paujiles, los monos y los grillos, había visto envejecer la tierra. A través de estos animales, se daba cuenta de que el mundo vivía y que la vida era tiempo y que el tiempo... era muerte.
No existía en la
tierra sitio más bello que aquel donde Yuche vivía; era una pequeña choza en un
claro de la selva, muy cerca de un arroyo enmarcado en playas de arena fina.
Todo era tibio allí, ni el calor ni la lluvia entorpecían la belleza de aquel
lugar. Dicen que nadie ha visto el sitio, pero los Ticunas esperan ir allí
algún día.
Un día Yuche fue a
bañarse al arroyo como de costumbre. Llegó a la orilla y se introdujo en el
agua hasta que estuvo enteramente sumergido. Al lavarse la cara se inclinó
hacia adelante mirándose en el espejo del agua; por primera vez notó que había
envejecido.
Al verse viejo se
entristeció profundamente. “Estoy ya viejo... sólo! Oh, si muero la tierra
quedará más sola todavía”. Apesadumbrado, despaciosamente emprendió el regreso
a su choza. El susurro de la selva y el canto de las aves lo embriagaban de
infinita melancolía.
Por el camino
sintió un dolor en la rodilla como si le hubiera picado un animal. Sin darse
cuenta, pensó que había podido ser una avispa y comenzó a sentir que un pesado
sopor lo invadía. Siguió caminando con dificultad y al llegar a la choza se
recostó quedándose dormido. Tuvo un largo sueño; soñó que entre más soñaba más
se envejecía y más débil se ponía y que de su cuerpo agónico se proyectaban
otros seres. Despertó muy tarde al día siguiente y quiso levantarse, pero el
dolor se lo impidió.
Entonces se miró
la rodilla y notó que la tenía hinchada y transparente. Le pareció que algo en
su interior se movía; al acercar más los ojos vio con sorpresa, allá en el fondo,
dos seres minúsculos que trabajaban y se puso a observarlos.
Las figuras eran
de un hombre y una mujer, el hombre templaba un arco y la mujer tejía un
chinchorro. Yuche les preguntó: “¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo llegaron ahí?” Los
seres levantaron la cabeza, lo miraron, pero no dijeron nada, siguieron
trabajando. Al no obtener respuesta hizo un máximo esfuerzo para ponerse de
pie, pero cayó en tierra.
Al golpearse la
rodilla contra el suelo, salieron de allí los dos pequeños seres que empezaron
a crecer mientras él moría.
Los primeros
Ticunas se quedaron un tiempo allí, donde tuvieron muchos hijos y más tarde se
marcharon porque querían conocer más tierras. Muchos Ticunas han buscado ese
lugar, pero ninguno lo ha encontrado. Algunos dicen que es en el Brasil, en una
quebrada que desemboca en el río Yavarí.
Fuente: Sinic.(s.f). mitos y leyendas-amaznia. recuperado de: http://www.sinic.gov.co/SINIC/ColombiaCultural/ColCulturalBusca.aspx?AREID=3&SECID=8&IdDep=91&COLTEM=212
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