Representacion de los muiscas en la balsa sobre la laguna guatavita |
Según la tradición
muisca, en Guatavita gobernaba un cacique llamado Sua, casado con
una hermosa princesa de otra tribu. Sin embargo, era gran aficionado a la
chicha y a las bacanales, y su mujer, con la que había tenido una hija, se
enamoró de un guerrero que la cortejaba.
Los amantes fuero sorprendidos y Sua sometió al guerrero a torturas horrendas, al extremo de sacarle el corazón y servírselo a su esposa. La mujer huyó desesperada, tomó a su hija en brazos y se zambulló con ella en la laguna.
El cacique ordenó a los
sacerdotes que recuperaran a su familia. Estos le informaron que la mujer vivía
ahora bajo el agua, donde una gran serpiente la había desposado. El cacique
reclamó que le trajeran a su hija y le llevaron una niña sin ojos.
Abatido, Sua la devolvió a las aguas y ordenó que a partir
de ese día, se arrojaran a la laguna las mejores esmeraldas y filigranas de
oro. El propósito de la ceremonia era rogar a la cacica para que le pidiera a
los dioses prosperidad y bonanza para su pueblo.
Cada luna llena, la
serpiente de Guatavita emergía de las aguas para recordarle al pueblo las
ofrendas, los sacerdotes vigilaban su aparición que era señal de prosperidad.
El indio dorado
Al llegar la conquista
el ritual había adquirido un nuevo significado. Se llevaba a cabo en ocasión
del ascenso de un nuevo cacique generalmente sobrino del anterior. Así lo ha
contado Juan Rodríguez
Freyle:
"...En aquella
laguna de Guatavita se hacía una gran balsa de juncos, adornada todo lo más
vistoso que podían... Desnudaban al heredero, lo untaban con una tierra
pegajosa y lo espolvoreaban con oro en polvo y molido, de tal manera que en la
balsa iba cubierto todo de este metal...
Hacía el indio
dorado su ofrecimiento echando todo el oro y esmeraldas que llevaba en el medio
de la laguna, y los cuatro caciques que iban con él hacían lo propio; y
partiendo la balsa a tierra comenzaba la fiesta, gaitas y fotutos con muy
largos corros de bailes y danzas a su modo, con la cual ceremonia recibían al
nuevo electo y quedaba reconocido por señor y príncipe...
De
esta ceremonia se tomó aquel nombre tan celebrado del Dorado..."
La búsqueda del tesoro
La historia del "indio
dorado" dio lugar al "El Dorado", lugar
mítico que los conquistadores buscaron desde los Andes hasta el Amazonas, con
tanto afán que en 1539 en el plazo de una semana coincidieron en Guatavita tres
expediciones que dirigían Benalcázar, Federmann y Jiménez de Quesada,
procedentes del Perú, Venezuela y Santa Marta, respectivamente.
En la propia Guatavita,
se trazaron diversos planes por drenar la laguna en busca de las ofrendas
legendarias. En 1580, un comerciante llamado Juan Sepúlveda empleó 5.000 indios
y excavó un canal para desaguarla. El nivel del agua llegó a bajar 20 metros,
pero luego el canal se derrumbó y el rey de España se negó a seguir financiando
la empresa. Sepúlveda tuvo que abandonar, pese a haber rescatado varias piezas
de filigrana y una esmeralda del tamaño de un puño.
Los intentos
infructuosos prosiguieron a lo largo de la colonia, pero el oro legendario
sigue alimentando los sueños de los buscadores de tesoros hasta hoy.
izq: Muiscas / Der: laguna guatavita en la actualidad |
Fuente:
Cosmogonía: pueblos originarios,s.f, recuperado de:https://pueblosoriginarios.com/sur/caribe/muisca/guatavita.html
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