Esta es la
historia de dos hermanitos muy pequeños de una familia típica de la selva, que
envueltos por la curiosidad planifican seguir a sus padres, a fin de darles una
sorpresa. Los padres siempre responsables y trabajadores, muy de madrugada
tenían que internarse en las profundidades del bosque tropical para cazar y
recolectar frutos, no sin antes dejar provisiones para sus hijos, quienes
quedaban bajo el cuidado de la hermana mayor, pues eran tres los hermanos en
total. Aprovechando que esta dormía como un tronco, deciden emprender la
marcha. Muy confiados que el camino al borde de una ribera era el correcto,
avanzan por horas deteniéndose solo a jugar con mariposas que agrupadas y
detenidas en la tierra húmeda, parecían colorear tapices azules, verdes y
amarillos sobre el camino.
Cuando la
barriga comienza a sonar por hambre y con la sensación de sentirse perdidos en
medio del bosque, deciden regresar. Luego de horas de caminata encuentran más y
más vegetación, pues sin mayor orientación, la selva parecía un laberinto.
Comienzan a llorar por el miedo de no saber a dónde ir y la desesperanza de no
ver más a los suyos. Todo a su alrededor era vegetación, con árboles gigantes
que muchas veces cubrían los rayos del sol, que con dificultad ingresaban a las
partes más bajas. El pánico se apoderó de ellos, corren y gritan pidiendo
ayuda, pero en medio de la jungla solo el cantar de algunos pájaros e insectos
parecen responder a sus demandas. Algunos sonidos singulares de aves comienzan
a aterrorizarlos, hasta parecía que el enmarañado bosque cobraba vida y que las
ramas de los árboles cobraban aspectos siniestros y pretendían cogerlos. Cada
cosa a su alrededor solo les ocasionaba más terror.
El espíritu de
la madre del bosque apenada por la situación de los niños decide enviarles algo
de comer. Por lo que al rato se percatan que hormigas comestibles salen a
su encuentro. Luego que el hambre se ha saciado, deciden descansar más
tranquilos bajo la protección de un árbol de huayruros. Cuando la tarde
comienza a abrir paso al ocaso y la oscuridad comienza a cubrir la densa
vegetación, los niños lloran nuevamente reclamando esta vez la presencia de su
madre, repitiendo desconsoladamente: “ay ay mama, ay ay mama, dónde estás”. El
espíritu de la selva al ver que el llanto de los niños entristece las plantas,
decide convertirlos en aves a fin que pudiesen salir y regresar a casa alzando
vuelo. Al llegar a casa, por desgracia encuentran que su madre había muerto por
la impresión de no encontrar a sus hijos en ninguna parte. Luego, las aves
emprenderían vuelo perdiéndose en dirección de la selva y desde entonces
cantarían melancólicamente: “ay ay mama, ay ay mama”. En adelante el
desconsuelo y la pena de la pérdida sería inagotable en sus cantos.
Los pobladores
de la selva asocian los cantos de esas aves, con los niños desaparecidos en
medio del bosque tropical y la melancolía por la pérdida de la madre. Por ello,
el mensaje del canto de esas aves les recuerda que deben regresar a casa
temprano y velar por la salud de la madre hasta el final de sus días. Las aves
que dicho sea de paso repiten ese canto, se llamarían en adelante pájaros
“Ayaymama”.
Fuente:
Quispe Arnaldo.(04 may 2014).Takiruna. recuperado de:https://takiruna.com/2014/05/04/el-ayaymama-cuento/
Quispe Arnaldo.(04 may 2014).Takiruna. recuperado de:https://takiruna.com/2014/05/04/el-ayaymama-cuento/
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